Al referirse a la filosofía, Zambrano nos remite a la tradición inaugurada con el pensamiento de la Grecia Clásica, de la que la llamada filosofía europea es heredera. En su búsqueda del ser en el absoluto inmutable de Parménides y, más adelante, en las ideas de Platón, el mundo sensible quedó relegado al considerarse un mundo de apariencias. Así, según el análisis zambraniano, la tradición occidental consideró que el pensamiento abstracto tiene un acceso privilegiado a la verdad, dejando de lado otras formas de conocimiento. Este ensoberbecimiento de la razón se plasmó en grandes sistemas filosóficos como el idealismo y más tarde el racionalismo, que en opinión de la autora, enaltecieron al sujeto olvidando la vida, y que llevados a sus últimas consecuencias desembocarían en las atrocidades que marcaron el siglo XX.