Horizonte

  • Horizonte
Autor
Beatriz Caballero Rodríguez
Afiliación
Universidad de Strathclyde
Introducción

 

Es significativo que el primer libro de Zambrano –publicado en 1930– se titule precisamente Horizonte del liberalismo. Zambrano utiliza el concepto de horizonte como metáfora liminal en la que se aúnan referencias espaciales y temporales, a las que recurrirá reiteradamente a lo largo de su obra.

En primer lugar, el horizonte nos remite a la línea que se atisba sobre la superficie terrestre, cuya localización exacta es necesariamente imprecisa. En esencia, constituye un límite visual o más bien, el propio límite de nuestra visión, un confín que jamás se llega a alcanzar puesto que siempre retrocede ante nuestro avance. Paradójicamente, tiene por tanto una existencia real en tanto que fenómeno físico, mientras que, pese a localizarse en el espacio, constituye a la vez una utopía no solo en el más literal de los sentidos, es decir, el no-lugar, sino también en sentido figurado por ser inherentemente inalcanzable.

Además, también el horizonte también se erige como línea visible de transición entre lo conocido y el infinito. En definitiva, se trata de una imagen tan elusiva como sugerente que nos remite más que a un lugar físico a uno experiencial que tiene como requisito el elevar la mirada hacia lo más lejos que alcance la vista. Por otra parte, el horizonte se constituye como el linde entre la estabilidad de lo conocido y la promesa de la terra ignota que se empieza a entrever. Por esta razón, vislumbrar el horizonte, ya sea terrestre, social o político, constituye uno de los primeros pasos para orientarnos y a partir de ahí encontrar un camino, que por tópico que sea, nos permita avanzar en la dirección deseada.